El Fado y la Guitarra Portuguesa

Portugal tiene un instrumento musical cuya sonoridad es inconfundible: la guitarra portuguesa, que toca los primeros acordes del fado y pide silencio para dar voz al escenario.

Instrumento de gran divulgación en los salones europeos de mediados del siglo XVIII, entró en Portugal a través de las colonias de residentes ingleses en Lisboa y Oporto, puntos de referencia de muchas de las modas culturales que absorbían las élites urbanitas de la época.

Hasta el primer cuarto del siglo XIX, esta «guitarra inglesa» fue un instrumento exclusivo de la burguesía y la nobleza de los salones urbanos, que tocaban, sobre todo, las señoras.

Es a partir del segundo cuarto del siglo XIX cuando ya aparece la denominación «guitarra portuguesa» en las fuentes históricas, que dan testimonio del uso del modelo de seis pares de cuerdas, modificación que probablemente se introdujo en Portugal.

A partir de 1840, se tienen noticias de su asociación al fado y asumirá un papel absolutamente central hasta nuestros días.

El guitarrista Armando Augusto Freire (1891-1946) fue autor de numerosos fados y variaciones y dejó una escuela de la que saldrían, entre otros, Jaime Santos, Carvalhinho, Raúl Nery y José Fontes Rocha.

En lo que se refiere a los conjuntos de guitarras, quedaron como referencia en la historia del fado, los conjuntos del profesor Martinho d’Assunção, prominente violista y compositor, y el conjunto de guitarras de Raúl Nery, creado a instancia de la Emisora Nacional y que forman el propio Raúl Nery, junto con José Fontes Rocha, Júlio Gomes y Joel Pina.

Durante el siglo XX, Artur Paredes y Carlos Paredes ampliarían notablemente el repertorio, la expresividad y la técnica de la guitarra, convirtiéndola en un fascinante instrumento de concierto, con un vasto repertorio solista. Un instrumento con un timbre tan diferente que, donde quiera que esté, cualquier portugués la reconoce en los primeros acordes.